martes, 27 de marzo de 2007

Sobre las agujas infectadas de VIH/SIDA en los asientos de los cines


Las leyendas urbanas y los rumores comenzaron a ser cada vez más estudiados después de la II Guerra Mundial, cuando los acontecimientos de la contienda bélica provocaron una circulación exponencial de todo tipo, tamaño y sabores de informaciones no verificadas. No es que antes no existieran los rumores y leyendas, sino que más bien se les veía como propias de pueblos atrazados, de gente sin educación, confinadas al campo y a pueblos aislados y apenas dignas de atención para los folcloristas. Pero con el estallido de la guerra los gobiernos se dieron cuenta que el rumor jugaba un papel de primera importancia como transmisor de informaciones y medio de explicación de los acontecimientos en el seno mismo de las ciudades. Pero no sería sino hasta los años 70 y 80 que las leyendas urbanas y los rumores adquirieron su carta de naturalización dentro de las ciencias sociales.

Actualmente Internet y los teléfonos celulares, junto con los medios de comunicación, se han vuelto un excelente transmisor de leyendas urbanas, al grado de vivir una nueva época de auge debido a su proliferación y alcance.

Una leyenda urbana como aquella que habla de la presencia de agujas infectadas de SIDA/VIH en los asientos de los cines presenta varias características que la hacen creíble. Por ejemplo suele citar al amigo de un amigo que ha sido testigo de tan extraordinario hecho, o nos llega por medio de una cadena de cartas a través del correo electrónico, la cual nos ha sido enviada por un amigo. En esa leyenda se suele decir que la policía local ya ha dado la alerta y recomienda a la gente tomar precauciones. Tanto al provenir de un amigo como al citar a una fuente de autoridad (la policía local) se crea un efecto que refuerza la certeza.

Las leyendas urbanas suelen presentar múltiples variantes locales. En el caso de las agujas infectadas de SIDA hay muchos ejemplos pues esa leyenda ha sido constatada, casi sin variantes importantes, en Nueva York, París, Toronto, Montreal, Berlín, Madrid, Buenos Aires, Monterrey, la Ciudad de México y, por supuesto, Guadalajara. Por otra parte, las leyendas urbanas suelen reactivarse y reactualizarse a lo largo de los años, de forma que la leyenda de las agujas infectadas de SIDA/VIH circula al menos desde la aparición de ésta enfermedad.

En otra variante se habla de teléfonos públicos que, cuando el usuario mete los dedos en el compartimiento de devolución del cambio, se pincha un dedo y se infecta con una aguja. Si ésta variante se ha detenido en la actualidad es porque ahora la mayoría de los teléfonos públicos funcionan con tarjetas, así como a la gran cantidad de teléfonos celulares que tiene la gente, de forma que es cada vez más raro que alguien use con la frecuencia de antes los teléfonos públicos.

Simbólicamente la leyenda de las agujas infectadas de SIDA nos recuerdan el miedo social que despierta esta enfermedad, así como nos recuerdan el temor que mucha gente le tiene a las agujas, además de que éstas últimas se encuentran muy ligadas en el imaginario colectivo a la promiscuidad, pues algunos drogadictos comparten las agujas y jeringas con las que se inyectan la heroína.


Un elemento adicional es que el SIDA forma parte de las enfermedades que, históricamente han asolado a la humanidad y que cada época se ha caracterizado por una de ellas, como la lepra en los tiempos bíblicos, la tuberculosis en el siglo XIX y, ahora, el SIDA y el cáncer en pleno siglo XX.

Un último elemento que nos permite reconocer que se trata de una leyenda urbana es que éstas, al circular a través de Internet, suelen escribirse con muchos signos de admiración, hacen llamados urgentes, relatan casos que parecen reales y nos invitan a actuar con prontitud transmitiendo el mensaje al mayor número de gente posible para salvar vidas. Es decir, se trata de un mecanismo psicológico que nos hace sentir bien al compartir información considerada como valiosa y oportuna: "Haz el bien y no mires a quién".

1 comentario:

magui dijo...

Ahora dicen que "pinchan" en los antros con drogas o ETS en las agujas para aprovecharse de las mujeres. Está corriendo el pánico a lo tonto.